Antes de salir al campo a buscar setas, es imprescindible un conocimiento previo de la zona, los caminos y, sobre todo, estar completamente seguro de que la seta que vamos a recolectar, es comestible. Ante la más mínima duda, consultar a un experto y sino, mejor no cogerla, ya que hay muchas especies tóxicas e, incluso, mortales, como la amanita phalloides.
En Somosierra, con la bajada de temperaturas y la llegada de las primeras lluvias otoñales se abre la temporada de recogida de setas y hongos, donde dependiendo del año y la zona por donde nos movamos, podremos encontrar gran variedad.
De las setas más valoradas tenemos, en pinares y robledales, el apreciado hongo boletus edulis, la tan valorada amanita cesárea, aunque más difícil de encontrar y el níscalo o robellón, una seta de paladar y olor inconfundibles.
En las faldas de las montañas, y cerca de caminos y senderos, son el lugar perfecto para encontrar especies como el parasol o macrolepiota, la delicada coprinus comatus, los perrechicos y las senderuelas.
Una de las setas más valoradas y buscadas por los seteros, es la seta de cardo, asociada a pastizales, prados y bordes de caminos donde crece el cardo silvestre o cardo corredor. A la seta de cardo le gustan las solanas y los suelos calizos. Es una seta que, si se dan las condiciones climáticas favorables, podremos encontrarlo en otoño y primavera, aunque en Somosierra no es muy abundante por su clima tan frío.
Por último y, probablemente, el más abundante en esta zona, es el champiñón silvestre, el cual se ha fomentado mucho en los últimos años su cultivo. Es un excelente comestible cuando es joven y sus láminas aún están rosadas, no es recomendable consumirlo cuando sus láminas se oscurecen. El champiñón suele aparecer en otoño y primavera después de las lluvias, en lugares despejados, preferiblemente prados o pastizales abonados con estiércol o que sean frecuentados por ganado vacuno o equino.