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Flora

El término municipal de Somosierra tiene casi 1000 m. de diferencia de altitud entre su cota más baja y la más alta, lo cual conlleva que se desarrollen tres pisos bioclimáticos diferentes. Desde la cota más baja, situada en la vertiente norte, a unos 1250 m. de altitud, por donde bajan las aguas del Río Duratón que se dirigen hacia la provincia de Segovia, hasta los 1600 m., encontramos el primer piso bioclimático, el Supramediterráneo, el cual se caracteriza por la presencia del melojar o bosque de robles melojos (Quercus pirenaica), que es la vegetación dominante de la zona. Estos melojares, eran fuente de aprovechamiento para la población, para hacer leña, carboneo o para crear pastizales. En algunas zonas se eliminaron estos robledales y se sembró de centeno, por lo que, en la actualidad, ya abandonados esos cultivos, han quedado como zonas desarboladas, cubiertas por piornos, cambrones y retamales.

            En este piso bioclimático, en las zonas de mayor humedad y en bosques de ribera, nos encontramos con los habituales sauces (salix spp.) y algún fresno (fraxinus angustifolia), pero la vegetación arbórea más importante y singular, por su variedad y sus ejemplares, la encontramos en la Dehesa Bonita. Aquí tenemos el abedular más importante de la Comunidad de Madrid, en un gran estado de conservación, con magníficos ejemplares de abedul (Betula alba), pero la riqueza de la Dehesa, deriva de su gran variedad de especies de vegetación que, además de abedules y robles, nos vamos a encontrar con una gran diversidad, como tejos (taxus baccata), grandes ejemplares de acebo (ilex aquifolium), mostajos (sorbus aria), avellanos (corylus avellana), serbales, (sorbus aucuparia), cerezos silvestres (prunus avium), etc. Todo este conjunto hace que el otoño sea una época ideal para visitarlo debido al cromatismo y contrastes de las diferentes especies que se hacen más visibles. La Dehesa Bonita cuenta con varios árboles protegidos bajo la figura de protección de Árboles Singulares de la Comunidad de Madrid. Entre ellos tenemos un acebo (ilex aquifolium), de grandes dimensiones y de unos 300 años de edad, formado por dos pies soldados y perimetrado por una cerca de madera. Después tenemos en esta categoría dos abedules, ambos de unos 200 años de edad aproximadamente. El primero, de 17 m. de altura, está formado por cuatro grandes brazos que se abren a un metro del suelo y el segundo, por tres troncos que salen de la base y que llega a los 25 m. de altura. Por último, tenemos dos mostajos (sorbus aria), el primero de 150 años de edad y 15 m. y del que brotan tres troncos y tiene una copa apuntada. El segundo, con una edad de unos 120 años y 12 m. de altura, presenta un tronco único y nudoso, que se bifurca a los 4 m.

            El segundo piso bioclimático, Oromediterráneo, se sitúa entre los 1600 y 2000 m. de altitud, caracterizado por la presencia de pinos silvestres (pinus sylvestris), formando densas masas, principalmente en las laderas orientadas al norte. En este piso también encontramos algunas especies en el sotobosque de enebro común (junniperus communis), el enebro rojo o de la miera (junniperus oxycedrus), enebros rastreros (junniperus communis subsp. nana), rosales silvestres o escaramujos (rosa canina), así como las zarzamoras (rubus ulmiflolius). También aparecen grandes extensiones de piornales serranos (cytisus oromediterraneus) y retamales (retama sphaerocarpa), que van ocupando los espacios que va dejando el pinar según ascendemos en altitud.

            Por último, aparece el piso Crioromediterráneo, superando ya los 2000 m. de altitud. Este piso se caracteriza por la inexistencia de especies arbóreas, ya que no pueden sobrevivir debido a las características climatológicas y del terreno. Destaca la presencia en esta zona de pastizales de alta montaña con vegetación exclusiva de gramíneas entre las que predomina la festuca indigesta, también conocida como lastón, rompebarrigas o alambrillo.

            En Somosierra se desarrollan algunos endemismos peninsulares más propios de regiones del norte, entre ellas son de gran importancia algunas especies florales, como los gorgoritos o calderones (trollius europeaus) y las campanillas (narcissus pseudonarcissus), ambas están protegidas y en peligro de extinción, diversas variedades de crocus, entre las que destaca el azafrán serrano (crocus carpetanus), y otras flores propias de elevadas altitudes.

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